Escrito por:
Iziko, organizador comunitario de YWFC LA
Samantha Juarez, organizadora comunitaria de YWFC LA
Yareli Bautista, organizadora comunitaria de YWFC LA
Un informe publicado recientemente por el Departamento de Derechos Civiles y Humanos de la ciudad de Los Ángeles pone de relieve lo que ya sabemos: las comunidades con mayor pobreza, desempleo y riesgos medioambientales registran mayores índices de violencia contra las mujeres. La violencia y el acoso entre las mujeres jóvenes y los jóvenes de género expansivo es un problema, así que ¿qué vamos a hacer al respecto?
Octubre es el Mes de la Concienciación sobre la Violencia Doméstica, así que, como organizadoras comunitarias que nos hemos enfrentado a muchas formas de violencia, nos reunimos para crear un espacio de aprendizaje llamado Supervivencia 101, en el que impartimos formación en defensa personal y proporcionamos a los participantes herramientas de seguridad como espray de pimienta y botiquines de primeros auxilios. También aprovechamos este acto para recopilar relatos y datos con el fin de elevar las voces y las soluciones ofrecidas por la comunidad. Una de nuestras conclusiones fue clara: los jóvenes encuentran refugio y seguridad en la comunidad, no en la policía.
La violencia doméstica (también conocida como VD) es un problema mundial que tiene sus raíces en la opresión, la colonización y el daño sistémico. Tras generaciones de silencio, ahora reconocemos sus efectos duraderos y exigimos un cambio. La violencia doméstica puede afectar a cualquiera y tiene un efecto tremendo en la salud mental y el desarrollo psicológico, especialmente cuando se sufre desde la primera infancia hasta la adolescencia y la edad adulta.
Iziko, organizadora comunitaria de YWFC LA, tiene ascendencia indígena peruana y creció en un hogar de bajos ingresos. Compartió lo siguiente: "Mi padre me agarró porque se sintió frustrado y me agarró de la mesa, me arrastró del pelo hasta el baño, me tiró a la bañera del baño y me echó agua fría... Tenía cuatro años y lo recuerdo claramente". Iziko también compartió la experiencia de haber sido asfixiado una noche por un cuidador, "... ese trauma acabó conmigo con insomnio para el resto de mi vida".
Historias como éstas muestran cómo la naturaleza privada de las formas menos mortales de violencia doméstica significa que el maltrato familiar permanece, la mayoría de las veces, oculto tras puertas cerradas. Como niños, ¿en quién podemos confiar cuando somos maltratados por nuestros propios padres? ¿Y por qué está tan extendida la violencia doméstica en nuestros hogares?
Demos un paso atrás y veamos las raíces de la violencia sistémica. Mirar atrás nos permite ver que el sexismo actual, la discriminación, la división, la estigmatización de las comunidades y el castigo físico tienen sus raíces en el patriarcado bíblico y la colonización. El adoctrinamiento religioso engendra la idea de que los niños no son sagrados y merecen ser castigados si no se conforman. Los puritanos que colonizaron Nueva Inglaterra creían que la pereza llevaba a la condenación; utilizaron esto para justificar su esclavitud de los negros(citar). Los puritanos demonizaban las prácticas espirituales que no coincidían con las suyas. Acusaron y persiguieron a las mujeres por "brujería" y alteraron las formas pacíficas en que las sociedades nativas interactuaban con sus vecinos y familias. Este tipo de persecución ha perdurado en el tiempo y ha influido en el modo en que nuestros pueblos y culturas han sobrevivido a la colonización.
Como hijos del genocidio, la persecución espiritual y la guerra psicológica, no es de extrañar que nuestras comunidades hayan soportado generaciones de violencia interpersonal. Las pruebas han demostrado que el miedo activa la amígdala con altos niveles de cortisol, lo que está relacionado con un mayor aumento de los niveles de comportamiento agresivo que nos mantienen en modo de reacción(citar). No es de extrañar que la gente interiorice tan rápidamente la violencia. Por no hablar de que los principales medios de comunicación hacen sensacionalismo de la violencia todos los días. Nuestra sociedad actual está plagada de cultura individualista que nos rodea en nuestro día a día y continúa la labor divisoria del colonizador. Esto se puede ver en dichos comunes como: "Es un mundo donde el perro se come al perro".
Los supervivientes de maltrato doméstico a veces se consideran responsables del maltrato que han sufrido. Podemos volvernos autocríticos, autodestructivos e incluso suicidas. El maltrato crónico crea respuestas traumáticas que interfieren en nuestras relaciones futuras. El índice de violencia al que nos enfrentamos es demasiado frecuente y común en gran parte de nuestra realidad. No deberíamos estar de acuerdo con ello, sobre todo porque no era así como funcionaban nuestras comunidades ancestrales. Como jóvenes y supervivientes, animamos a nuestra comunidad a recordar quiénes éramos y de dónde venimos.
Éramos comunidades ricas: ricas en cultura, ricas en espiritualidad, ricas en autosuficiencia. Nos vendieron la idea de ser pobres.
Durante 30 años, el Centro para la Libertad de las Mujeres Jóvenes ha estado explorando formas de unirse para apoyarse mutuamente en la navegación de la violencia a través de la reducción de daños y la justicia transformadora, compartiendo nuestras historias, equipándonos mutuamente con las herramientas para luchar, y alentando a la comunidad en general a ser parte de la solución para que las mujeres jóvenes y los jóvenes trans de todos los géneros puedan experimentar la seguridad.
Unámonos para acabar con la violencia en nuestras comunidades. Únete a nosotros para concienciar, apoyar a los supervivientes y defender soluciones. Juntos podemos crear barrios más seguros y pacíficos para todos. YWFC se dedica a apoyar proyectos que empoderen a las mujeres jóvenes y a los jóvenes trans de todos los géneros, incluidos aquellos que han experimentado el sistema de justicia juvenil, el sistema de justicia penal o la economía de la calle. Proporcionamos apoyo financiero, orientación, asesoramiento y formación para inspirar un cambio positivo en sus vidas y comunidades.
Estamos encantados de ofrecer espacios seguros como Freedom Circles y Survival 101, donde creamos valiosos sistemas de apoyo y recursos para los jóvenes. Si te han resultado útiles nuestros esfuerzos y quieres contribuir a nuestra labor, agradecemos enormemente las donaciones a través de nuestro sitio web. Tu apoyo nos ayuda a continuar con estas iniciativas y a llegar a más jóvenes necesitados.
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