Escrito por:
Leah Garza (19)
Organizing FellowYWFC Santa Clara County
Hace dos años, me vi envuelta en el sistema de justicia juvenil. Me sentí en lo más bajo de mi vida, pero también se convirtió en un poderoso punto de inflexión, gracias al programa de remisión en el que participé. Mi historia arroja luz sobre por qué es contraproducente encerrar a las niñas en el sistema de justicia juvenil y sobre el poder de las soluciones basadas en la comunidad para ayudar a los jóvenes del sistema a recuperar el control de sus vidas.
Crecer no fue fácil para mí. Mi familia pasó muchos apuros y, como muchos adolescentes que sobreviven a un trauma, tomé algunas decisiones equivocadas que me pasaron factura. A los 17 años, un incidente me llevó al sistema, marcando un periodo de incertidumbre y miedo sobre mi futuro. Esta no fue sólo mi historia; es la realidad de muchas otras chicas que se enfrentan a barreras sistémicas similares.
El programa en el que ingresé en el Young Women's Freedom Center fue una fuente de esperanza en una época turbulenta. En lugar de navegar por los desalentadores pasillos de la detención juvenil, tuve la oportunidad de formar parte de un programa destinado a capacitarme para alcanzar mis metas. El programa no se limitaba a corregir el comportamiento, sino que trataba de comprender los factores subyacentes que impulsaban mis acciones. Gracias a la tutoría, los recursos, el hecho de formar parte de una comunidad fraternal y solidaria, me embarqué en un viaje de autodescubrimiento, curación y crecimiento. Aprendí a canalizar mi inquietud, mi rabia y la sensación de que no importaba lo que hiciera hacia nuevas salidas positivas, en las que empecé a verme como un líder y una persona capaz de cambiar las circunstancias que me habían oprimido.
Esta experiencia me abrió los ojos a los problemas sistémicos del sistema de justicia juvenil. La sobrerrepresentación de familias negras y latinas, jóvenes LGBTQ, niñas cuyos padres luchan contra la pobreza y la falta de apoyo a la salud mental y emocional son sólo la punta del iceberg. También observé el impacto desproporcionado en las niñas, especialmente las de color, que a menudo son sometidas a tratamientos más duros, y el deprimente ciclo de reincidencia. Lo que experimenté de primera mano tiene eco en la investigación. Un nuevo informe, Freedom and Justice: Ending the Incarceration of Girls and Gender-Expansive Youth in California, elaborado por el Instituto Vera de Justicia y el Centro para la Libertad de las Mujeres Jóvenes, pone de relieve las preocupantes tendencias en los arrestos, detenciones e internamientos de chicas, y subraya la urgencia de reimaginar la justicia de menores centrándose en satisfacer las necesidades materiales y económicas de los jóvenes.
He aquí algunas formas, expuestas en el informe, de acabar con el encarcelamiento de niñas en California en un plazo de 2 años.
Hoy, a los 19 años, mi vida es radicalmente distinta. Estoy en la universidad estudiando una licenciatura en justicia, impulsada por la pasión de devolver algo a mi comunidad y apoyar a quienes, como yo, se han encontrado perdidos dentro de un sistema que está diseñado para mantenerlos allí. Como muchos jóvenes adultos, no sé exactamente dónde voy a aterrizar. Pero sé que quiero ayudar a acabar con el encarcelamiento de las niñas e impulsar soluciones que nos empoderen en lugar de castigarnos.
Programas como del que tuve la suerte de formar parte ofrecen un modelo de cómo podemos abordar la justicia de menores con compasión, empatía y una profunda comprensión de la compleja dinámica en juego. Hacen hincapié en la rehabilitación en lugar del encarcelamiento, proporcionando las herramientas y el apoyo necesarios para que los jóvenes reorienten sus vidas positivamente. Y son honestos y reales a la hora de comprender lo que necesitan las chicas para sobrevivir a la pobreza en los Estados Unidos de hoy.
Aunque programas como el Young Women's Freedom Center cambian la vida, siguen siendo la excepción y no la norma. El sistema sigue favoreciendo el castigo, perpetuando la privación de derechos de las comunidades negras y marrones. Esto debe cambiar. Basándose en las aportaciones de jóvenes directamente afectados como yo, el informe se hace eco de la necesidad de cambios políticos que den prioridad a la remisión y la rehabilitación, a la inversión en iniciativas de base comunitaria y a garantizar que las necesidades de las niñas de color y de los jóvenes queer ocupen un lugar central en el diseño de los programas de justicia juvenil.
Todos los jóvenes merecen la oportunidad de dar un giro a su vida y aprender de sus errores sin que la sombra del encarcelamiento obstaculice su futuro. Es hora de poner fin al encarcelamiento de las niñas. Y de lo que debería tratar la justicia juvenil y toda la justicia: de crear un mundo más equitativo, justo y compasivo para TODOS.
Juntos podemos conseguir que historias como la mía se conviertan en la norma, no en la excepción.
Acerca de Leah Garza
Leah es natural del condado de Santa Clara. Después de lidiar con padres encarcelados y muchas luchas a lo largo de su infancia, se vio envuelta en el sistema de justicia juvenil. A los 17 años conoció el Young Women's Freedom Center, donde recibió apoyo durante su encarcelamiento. Ahora es becaria de organización que defiende los intereses de otros jóvenes y utiliza sus experiencias para motivar a los jóvenes que se encuentran en la misma situación que ella. Se dedica a cambiar el sistema que una vez intentó derribarla.
Acerca del Centro para la Libertad de las Mujeres Jóvenes
Desde 1993, el Young Women's Freedom Center ha proporcionado apoyo, tutoría, formación, empleo y defensa a mujeres jóvenes y jóvenes trans de todos los géneros de California que han crecido en la pobreza, han experimentado los sistemas legales juveniles y de acogida, han tenido que sobrevivir viviendo y trabajando en la calle y que han sufrido una violencia significativa en sus vidas. Nuestra misión es fortalecer el poder y el liderazgo de los jóvenes directamente afectados e inspirarlos para que creen un cambio positivo en sus vidas y comunidades.