Publicado por The Guardian
Los mensajes de Banko Brown se habían vuelto cada vez más desesperados en las últimas semanas. Este organizador comunitario de San Francisco, de 24 años, solía ser tímido a la hora de hablar de sus dificultades, pero ahora contaba a sus seres queridos que era incapaz de conseguir una vivienda a la que aspiraba desde hacía tiempo, que había sido rechazado en varios albergues y que se veía obligado a dormir en el tren.
Los amigos y familiares de Brown sospechan que estaba muy agotado y hambriento el 27 de abril cuando un guardia de seguridad de un Walgreens del centro de la ciudad se enfrentó a él por un presunto hurto y le disparó mortalmente. Al parecer, Brown, que iba desarmado, había intentado llevarse un tentempié de la tienda.
Brown creció en la ciudad y de pequeño tuvo que enfrentarse a la falta de hogar y al sistema de acogida, según Julia Arroyo, codirectora ejecutiva del Young Women's Freedom Center (YWFC), una organización sin ánimo de lucro de California que ha trabajado con Brown desde que tenía 12 años: "Siempre fue inquisitivo, escuchaba con atención y se interesaba por la vida de los demás. Incluso a una edad temprana, pude ver en él la semilla de un líder. Hacía sus propias investigaciones dentro del sistema".